27 de septiembre de 2023
En la era actual, las aplicaciones móviles se han convertido en herramientas invaluables para la vida cotidiana, pero también han sido aprovechadas por individuos malintencionados para infiltrarse en la privacidad y seguridad de las personas y las empresas.
Estos ciberdelincuentes, con tácticas cada vez más sofisticadas, logran evadir las defensas cibernéticas, recopilando información delicada para extorsionar a víctimas desprevenidas. Grupos operativos con software de vigilancia altamente elaborado, creados tanto por entidades éticas como no éticas, trabajan en la sombra, comprometiendo la integridad de individuos y organizaciones.
Un ejemplo de esto es lo sucedido en España el año pasado, donde el malware Pegasus, desarrollado por la firma israelí NSO Group, se utilizó para acceder ilegalmente a los dispositivos de figuras políticas prominentes. Esta intrusión no consentida subraya la creciente prevalencia de ataques relacionados con aplicaciones maliciosas, que representaron el 7% de los ataques en 2022.
Hoy en día, incluso se comercializan programas de espionaje disfrazados como herramientas de "control parental", como MSp, Cerberus, FlexiSpy y Spyera. Estos softwares clandestinamente monitorean llamadas, ubicaciones, aplicaciones abiertas e incluso controlan cámara y micrófono.
A pesar de los avances en ciberseguridad, la amenaza de vigilancia a través de aplicaciones no ha disminuido. De acuerdo con expertos como Camilo Mix, el negocio del espionaje ha evolucionado para operar de manera más sigilosa, haciendo que la detección de sus actividades sea complicada hasta que los efectos nocivos se manifiesten.
La constante evolución tecnológica ha permitido a desarrolladores y criminales mejorar sus aplicaciones y códigos maliciosos, diseñándolos para evadir detección tanto de usuarios como de programas de seguridad.
¿Cómo caen las organizaciones en estas trampas y qué instalan? A menudo, el factor humano es el eslabón débil. Mediante la manipulación de usuarios clave, los atacantes propagan aplicaciones no oficiales en los dispositivos, especialmente fuera de las tiendas de aplicaciones legítimas.
Destacan también la habilidad de los delincuentes digitales para engañar a la seguridad. Introducen aplicaciones que aparentan ser legítimas pero que, en realidad, contienen fragmentos de código malicioso (payload) destinados a tomar el control del sistema.
La vulneración de un solo dispositivo puede ser la llave para acceder a la red corporativa. Una vez dentro, los atacantes roban datos y pasan a una fase más profunda: el acceso a correos electrónicos personales, adquisición de credenciales y una táctica conocida como ingeniería social.
La etapa crítica llega cuando los atacantes toman el control del dispositivo y aprovechan la información recopilada. Extorsionan, chantajean o utilizan los datos robados para infiltrarse en sistemas cruciales y altamente privados de la organización.
Para prevenir situaciones extremas como la pérdida de datos, robo de dinero o el pago a ciberdelincuentes, es crucial contar con agentes de seguridad confiables de marcas reconocidas. Un antivirus robusto para dispositivos móviles es esencial, al igual que la precaución al descargar aplicaciones, evitando fuentes sospechosas o desconocidas. Mantener un conocimiento constante de las aplicaciones en nuestros dispositivos móviles es una práctica fundamental para nuestra ciberseguridad.